viernes, 18 de junio de 2010

Anécodotas del Mundial, parte 1

Todos tenemos una historia relacionada al mundial que recordamos siempre, cada cuatro años, cuando el mundo se detiene para ver a las super estrellas del fútbol sorprendernos, para bien o para mal.
Mi historia data de ya varios años, cuando todavía estaba en el colegio (que son por lo menos, dos mundiales atrás). Recuerdo claramente que era un partido entre Alemania y Yugoslavia, pero lamentablemente no recuerdo que mundial era. Eso no es importante, sino lo que sucedió durante ese partido, que recuerdo hasta hoy.

Resulta que ese día habian venido mis abuelos a almorzar, y por motivo del partido, se quedaron hasta la tarde. Nos sentamos todos en la sala a ver fútbol pero sin ánimo de que Alemania o Yugoslavia ganara, es decir, no le íbamos ni a uno ni al otro. Total, cualquiera de los dos países nos resultaba tan extraño como el otro. Igual, uno siempre tiene sus favoritos, y siempre le vas al país que mas te simpatiza o al que te parece que está haciendo mas esfuerzo por ser el que tiene menos opciones. Ese país era obviamente Yugoslavia que en ese momento parecía ser David versus Goliat. 

Los momentos antes de lo que me referiré como "el incidente" son una suerte de mezcolanza entre la conversación que trataba de llevar mi mamá con mi abuela mientras el partido no se movía mucho ni habían jugadas interesantes o acercamientos al arco. Todo parecía transcurrir apaciblemente, una tarde más entre familia. El único verdaderamente atento al partido era mi abuelo, que observaba callado desde su lugar en el sillón. 

Entonces llegó uno de esos momentos en que el comentarista comienza a narrar la acción aumentando el suspenso ya que los jugadores comienzan a entrar al área. Para este momento todos ya estábamos pendientes del delantero alemán que avanzaba entre los defensas. En un momento de descuido se acerca al arco y lanza la pelota. Fue entonces cuando mi abuelito dice con toda la emoción que le daban sus 80 y pico de años: ¡Gol de Alemania!

Mi mamá, que obviamente le iba a Yugoslavia, porque "como voy a querer que ganen esos alemanes, nazis de mierda", saltó de la posición incómoda que tenía por estar hablando con mi abuela y lanzó un grito que, según dice mi papá, retumbó en las paredes: ¡NO!

La casa entera se quedó en silencio para confirmar que no había sido gol de alemania y además, para auxiliar a mi abuelo que en ese instante se había atorado con el bizcocho que estaba comiendo. Tanto fue su susto, que mi papá tuvo que darle unas palmaditas en la espalda y levantarle los brazos. 
Después de el incidente, mi abuelito nunca volvió a gritar otro gol de Alemania y recuerdo que Yugoslavia metió un gol, aunque no puedo recordar el resto del partido. 

De todas formas, eso no es lo importante. Sino que por cada mundial, todos nos volvemos a acordar del día en que mi abuelo casi se muere atrangantado con bizcocho, del gol de Yugoslavia (que ahora ya no existe como país) y sobretodo, que nunca jamás le vamos a celebrar un gol a Alemania.   

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